“Es probable que la genialidad sea una anomalía” (Temple Grandin)
Retomamos el tema donde lo dejamos la semana pasada, pero esta vez para ver la otra cara de la Teoría de la Coherencia central débil y comprobar que lo que se suponía un defecto, a veces puede convertirse en una virtud.
Se dice que aproximadamente un 10% de las personas con autismo, con independencia de la capacidad intelectual que tengan, pueden presentar alguna habilidad extraordinaria que sobresale por encima del desarrollo en la población general. Además, también es independiente del nivel de desarrollo general de la persona, es decir, ésta puede despuntar en una habilidad concreta, pero necesitar mucho apoyo en las demás.
En algunas ocasiones, la Teoría del déficit en la coherencia central ha servido para justificar estas habilidades extraordinarias, generalmente relacionadas con el dibujo, el cálculo, la música o la retención memorística de datos. Se les denomina islotes de capacidad o habilidades savants y se desarrollan a partir de este peculiar estilo cognitivo centrado en los detalles, “una capacidad exquisita para ver los árboles en vez del bosque”.
A veces, he podido observar a alguna persona con TEA dibujando y me ha sorprendido su peculiar manera de hacerlo. Empiezan por un detalle y, a partir de ahí, van cumplimentando el dibujo. Es decir, parten de lo específico para ir hacia lo general. Es un sistema opuesto al convencional y al que demuestran la mayoría de las personas cuando dibujan. Entre las personas con autismo que tienen un talento especial para el dibujo destaca Stephen Wiltshire (Londres 1974), que es famoso por su habilidad para reproducir de memoria imágenes de cualquier ciudad o paisaje, después de haberlo visto sólo una vez. Fue diagnosticado de autismo a los 3 años y a los cinco empezó a demostrar su interés por el dibujo y comenzó a comunicarse a través de su arte, consiguiendo hablar a la edad de 9 años. Aunque en un principio dibujaba casi todo lo que veía, muy pronto empezó a enfocar su producción hacia los edificios, llegando a mostrar tal nivel de detalle y calidad en sus reproducciones que más adelante le sirvieron para hacerse notar como un importante dibujante y llegar incluso a exponer sus obras a nivel internacional. A los once años, y tras un breve viaje en helicóptero, Stephen pidió lápiz y papel y reprodujo la vista aérea de la ciudad de Londres con total precisión, respetando la perspectiva y sin olvidar ningún detalle. Ha repetido la experiencia con otras ciudades como Sydney, Nueva York, Tokyo, Hong Kong o Madrid, entre otras, y su increíble habilidad ha hecho que sea un famoso artista a nivel mundial, al que se le denomina “La cámara viviente” por su prodigiosa memoria visual. Si quieres acompañarle en una de sus experiencias, ¡puedes pinchar el link y sobrevolar Roma!
https://www.youtube.com/watch?v=8eGrakSkp7E
Otro ejemplo prodigioso es Daniel Tammet (Londres, 1979) al que ya conocimos hace unas semanas, y que compartió con nosotros algunos testimonios sobre sus dificultades de interacción social. Él se ha hecho famoso porque tiene unas capacidades cognitivas extraordinarias para resolver mentalmente complicadas operaciones aritméticas, recitar miles de decimales del numero Pi o aprender un idioma en tan sólo unos días. Además, padece sinestesia, “una extraña mezcla neurológica de los sentidos que hacen que vea los números como formas, colores, texturas o movimientos…Por ejemplo, el 1 es de un blanco brillante y luminoso, como si alguien me enfocase a los ojos con una linterna. El 5 es parecido a un trueno, o al sonido de las olas rompiendo contra las rocas. El 37 es grumoso, mientras que el 89 me recuerda a la nieve cayendo del cielo…Para mí, cada número es especial”. Gracias a sus altas capacidades cognitivas y lingüísticas y a su gran nivel de introspección, podemos aprovechar sus valiosos y clarificadores testimonios:
“Uno de los beneficios de procesar información en segmentos en lugar de holísticamente es que me permite corregir textos muy bien, pues me fijo mucho en los detalles. Los domingos por la mañana, mientras leía las páginas del periódico sentado a la mesa, no hacía más que molestar a mis padres señalando los errores gramaticales y ortográficos que descubría. <<¿Por qué no puedes leer el periódico como todo el mundo?>>, me preguntaba mi madre, exasperada, cuando le mostraba el vigésimo error en el diario.”
También nos habla de su extraordinaria capacidad memorística:
“Mi cerebro puede recitar de memoria decimales del número Pi durante cinco horas (por eso me dieron un Guinness) o aprender un idioma en una semana“.
La mejor manera de entenderlo es escuchando su propia explicación:
https://www.ted.com/talks/daniel_tammet_different_ways_of_knowing/transcript?language=es
Pero parece ser que la persona con el Síndrome de Savant (que es como se denominan a las personas que tienen estos talentos extraordinarios) más famoso fue Kim Peek (USA 1951-2009), que inspiró el personaje protagonista de la película Rain Man. Recordaba el 98 % de los 12.000 libros que había leído, leía dos páginas en ocho segundos (usaba cada ojo para leer una página distinta) y apenas tardaba una hora en memorizar un libro, reteniendo de un modo preciso e instantáneo la información. Además, era un GPS humano y conocía de memoria todos los mapas de USA, podía responder exactamente cómo llegar de una ciudad a otra explicando detalladamente qué calles tomar. Su capacidad de almacenar información era ilimitada. No entendía lo que retenía porque no necesitaba pensarlo, simplemente estaba ahí y fluía.
Si quieres conocer su historia con más detalle, puedes pinchar el link y podrás verlo en acción, además de poder asistir a su peculiar encuentro con Daniel Tammet.
https://www.youtube.com/watch?v=1VgZaOnqjTw
Hoy hemos podido conocer la historia de tres personas de la vida real que se han hecho famosas porque hemos prestado más atención a sus talentos que a sus dificultades. Y esta es la cuestión de hoy: debemos permanecer atentos y potenciar los puntos fuertes de las personas con TEA que conocemos porque de ello depende su bienestar y su futuro.
Terminamos con las palabras de Temple Grandin que sabiamente apuntan en esta dirección: “Hemos hablado de que, al parecer, el cerebro autista sabe captar los detalles mejor que el cerebro normal. Si entendemos este tipo de rasgo no como un producto secundario de un mal cableado, sino simplemente como producto del cableado, podremos empezar a verlo como fuente de posibles beneficios en determinadas circunstancias. Y si entendemos que ser capaz de ver los árboles antes que el bosque puede hacer que la persona vea mejor determinados tipos de patrones, nos podremos preguntar para qué puede ser útil tal destreza…Si consideramos la mente autista cerebro a cerebro, virtud a virtud, podemos considerarlos no como sujetos de la beneficencia, sino personas cuya aportación a la sociedad es de mucho valor y hasta fundamental”.
*Los artículos de la sección “El autismo desde dentro” están escritos por Cati Palmer, profesional de valoración y orientación y de Esment Tea.