Tal como apuntábamos la semana pasada, la ansiedad, el miedo y la confusión pueden convertirse en el sentimiento predominante en el día a día de las personas con autismo. Hasta tal punto, que hay quien habla de la ansiedad como «la compañera de vida” de las personas con TEA (María Llorente, Psicóloga y socia fundadora del Equipo Deletrea, Centro Especializado en el Diagnóstico y Tratamiento de los Trastornos del Espectro Autista y Trastornos Específicos del lenguaje). Ella misma nos advierte que la ansiedad está en el origen de muchas conductas disruptivas y es muy importante tenerlo en cuenta porque nos permite desculpabilizar a la persona y entender mejor que su comportamiento se debe a que “no pueden” y no a que “no quieren”. Automáticamente, nuestra actitud deviene más empática y nos hace pensar en qué adaptaciones podemos hacer para facilitarles la vida.
Hemos visto que hay factores desencadenantes de la ansiedad que son propios del TEA, pero hay otros que tienen relación con el entorno social y físico que les rodea. Como sugiere Isabel Paula en su libro, La ansiedad en el autismo. Comprenderla y tratarla (2015), el primer paso debe ser crear un entorno autism friendly: “Para crear un entorno autistic friendly, lo primero que debemos hacer es ponernos en el lugar de la persona con autismo, en el caos que supone para ella adaptarse a un entorno impredecible, ambiguo, abstracto, continuamente novedoso, verbal y sensorialmente complejo como el nuestro… Significa adaptar el entorno, las tareas, los estímulos, la metodología de aprendizaje, el mobiliario, el espacio, el tiempo, a una mente que funciona de otra manera. Un cerebro con particularidades que limitan a la persona, en algunos casos, pero que en otros pueden convertirse en fortalezas que hay que desarrollar y potenciar”. Para ello, en su libro encontrareis una serie de adaptaciones a tener en cuenta, así como también recomienda seguir la estructuración del método TEACCH, sobre todo para las personas con mayores necesidades de apoyo. Los más inquietos, podréis encontrar mucha bibliografía disponible, ¡aquí ya no nos queda tiempo ni espacio!
Una vez asegurado un entorno amigable, podemos plantearnos el segundo paso de la intervención y pasar al entrenamiento de las habilidades de autorregulación, pero para ello no vale cualquier momento, sino que, como dice la autora, es imprescindible identificar los teachable moments; es decir, “los momentos en los que la persona está en disposición de aprender nuevas estrategias y habilidades para afrontar la ansiedad”. Por tanto, el entrenamiento debe hacerse cuando la persona está tranquila, para después poder aplicar lo que ha aprendido, cuando aparece la situación crítica.
Y ¿qué es lo que debemos enseñar? La clave está en proporcionar estrategias de autorregulación y, a ser posible, desde la infancia ya que el hecho de ser capaz de regularse o no condicionará el futuro de la persona y de quienes le rodean. Estar bien regulado emocionalmente es un indicador de buen pronóstico.
Las estrategias de autorregulación tienen 3 componentes:
Autorregulación Emocional: enseñar a la persona a identificar los primeros síntomas de ansiedad y, a partir de aquí, aplicar las estrategias de relajación aprendidas. Puede ser muy útil utilizar un termómetro visual para ayudarle a identificar niveles de nerviosismo, asociar síntomas y especificar qué estrategias pueden utilizar en cada uno (tal vez no puede ser la misma si está en un autobús o si está en casa). En caso de que la persona no tenga suficiente capacidad para identificarlo, deberemos hacerlo nosotros con nuestra capacidad de observación y, una vez identificado, se podrán utilizar ejercicios de relajación, respiración o estrategias de carácter sensoriomotor como pasear, saltar, escuchar música, dibujar…
“De noche, cuando no puedo dormir, lo que suelo hacer para intentar relajarme… son una combinación de cosas: 1) Contar respiraciones hasta diez o el número que sea y luego volver al uno… 2) Escucho una música que sale en la peli Blade Runner…3) Hace años dormía con el protector de pantalla puesto y eso me ayudaba (luces parpadeantes)” (testimonio de Leonardo, extraído de La ansiedad en el autismo, de Isabel Paula)
Autorregulación cognitiva: enseñar a la persona a identificar aquellos pensamientos negativos en los que se queda enganchado y le generan ansiedad (recuerdos, conflictos, etc…) y que aprenda a modificarlos. El truco está en moldear el pensamiento negativo hacia uno positivo, como, por ejemplo, evocar recuerdos felices (en función de las necesidades de apoyo, podemos ayudarnos a través de imágenes, aromas, etc).
“Me siento bien si veo el mar calmado y me dan ganas de entrar allí… Ese es un pensamiento que me tranquiliza. Pensar que estoy delante de la playa, no hay nadie, corro y salto al agua y nado con fuerza… Es una imagen que me gusta y me relaja” (testimonio de Leonardo, extraído de La ansiedad en el autismo, de Isabel Paula).
Autorregulación conductual: enseñar a la persona a inhibir impulsos. Para ello se pueden utilizar autoregistros en los que se anotan los pensamientos “en caliente”. Intercalar una actividad que le relaje y, después de transcurrido un tiempo prudencial, escribir de nuevo lo que diría/haría, planificando el momento de hacerlo y la forma adecuada. “La agresividad en la escuela era una reacción instantánea ante un evento que no podía controlar 100%. Imagina que hay un fuego y no tienes tiempo para pensar y saltas por la ventana. Si te dan cinco minutos, puedes pensar qué hacer. Si solamente tienes un segundo, no tengo tiempo de pensar y no puedo permitir el lujo de pensar y pego”, (testimonio de Leonardo, extraído de La ansiedad en el autismo, de Isabel Paula)
Y con este post llegamos al final de la sección del Autismo desde dentro. Durante estos últimos cuatro meses, hemos hecho un recorrido por el fascinante mundo del Trastorno del Espectro Autista intentando comprender el porqué de sus comportamientos más característicos y teniendo en cuenta sus valiosos testimonios personales, siempre que ha sido posible.
Para clausurar el tema como bien se merece, contaremos con la colaboración de un invitado muy especial y diferente. Cole Blakeway es un niño canadiense de 10 años, que, con sus envidiables habilidades comunicativas y entusiasmo, ha revolucionado las redes sociales con su charla TEDx (para verla, pinchar aquí). En ella, ensalza el valor de las diferencias y nos da a conocer su relación de amistad con Steven, un hombre de 44 años con autismo. Cole nos recuerda que todos somos diferentes ¡y que eso es grandioso! No puedes dejar de escucharle…
Muchas gracias por vuestra compañía durante este trayecto, y por el feedback que me habéis dado. Aunque suene a tópico, ¡no hubiera sido lo mismo sin vosotros!
*Los artículos de la sección El autismo desde dentro están escritos por Cati Palmer, profesional de valoración y orientación y de Esment Tea.
5 respuestas
Enhorabuena Cati !!
Ha sido un placer leer tus posts cada semana. Un trabajo impecable, como todo lo que haces.
Feliz verano!!
Todos hemos disfrutado leyéndola… pero, de una manera o de otra, volverá 😉
Muchísimas gracias Ana! Para mí son un honor tus palabras de reconocimiento, porque gracias a tí volví a recuperar mi interés por el autismo; contigo me dí cuenta de que había un universo dónde explorar y del que yo sólo conocía una pequeña parte. O sea que, doblemente gracias! Un fuerte abrazo!
Muchísimas gracias, de gran ayuda es reconfortante saber personas entregadas por el bienestar de nuestros hij@s,un abrazo
¡Muchas gracias por su mensaje!