Dicen que las historias que no se cuentan no existen. Ojalá fuera así de sencillo. Que desconozcamos su existencia no las hace desaparecer, ni significa que jamás hayan pasado o vayan a pasar. Esto ocurre con cientos de historias de mujeres con necesidades de apoyo víctimas de violencia de género. No las vemos, no salen en los medios de comunicación, ni en los estudios sobre violencia machista, incluso algunas de ellas desconocen que esto que le pasa no está bien. Pero existen, ellas y sus historias.
Las personas con discapacidad son especialmente vulnerables y, si son mujeres, esa posición se complica aún más. Y no es que su condición sea una suma de las dos, sino que es una combinación de ambas y es que dos más dos no siempre son cuatro. Los pocos estudios que se han hecho sobre esta temática estiman que 20 de cada 100 mujeres con discapacidad han sido víctimas de maltrato a lo largo de su vida, pero ni rastro de datos cuando queremos concretar con las mujeres con discapacidad intelectual. Historias de mujeres que existen.
La normalización de las humillaciones desde niñas, la falta de credibilidad, la invisibilidad, la dependencia de su maltratador, las dificultades para identificarlo y contarlo, procesos judiciales no adaptados, la falta de red social… hacen que las mujeres con necesidades de apoyo sean más vulnerables ante la violencia machista.
En Esment creemos en esas historias que no siempre se cuentan. Observamos, escuchamos y actuamos. Estamos por y para las personas, con “esment”, por supuesto. Cuando hay el menor indicio o sospecha que una mujer puede ser víctima de violencia de género, activamos el protocolo de vulneración de derechos de manera inmediata, que contempla cualquier posible situación y que tiene el objetivo principal de proteger a la mujer con todos los recursos necesarios.
Pero, ¿podemos hacer algo para evitar llegar a esa situación? Evidentemente, no podemos controlarlo todo, pero queremos y hacemos todo lo que está en nuestras manos y la formación en prevención es nuestra mejor arma. Informar y formar a las personas con necesidades de apoyo no es una opción, es un derecho, su derecho. Es cierto que existen campañas de prevención, material formativo y divulgativo, pero éste no se ha hecho pensando en las mujeres con discapacidad intelectual, y ellas existen.
Por esto, en Esment estamos llevando a cabo el Proyecto de Afectividad y Sexualidad desde una perspectiva de género, con el objetivo de formar a todas las personas, según sus necesidades, para que puedan mejorar sus habilidades en el desarrollo de la afectividad, sexualidad e igualdad. Educación integral en sexualidad para prevenir la violencia de género. Educar como derecho, como educación en salud y educar para protegerse ante posibles situaciones de vulneración. Esta es la base de la creación de relaciones afectivas de buen trato. Y en todo este proceso, los profesionales debemos ser un modelo referente y coherente con los valores. Usar un lenguaje no sexista, huir de los estereotipos o relacionarnos desde la igualdad. Es nuestra pequeña contribución a la hora de visibilizar las historias que existen, a pesar de no ser contadas lo suficiente.
*Artículo escrito por Isabel Bonnín Barrera. Orientadora laboral y Educadora Social. Grupo afectividad y sexualidad Esment. Publicado en Diario de Mallorca día 14 de julio de 2020.